Allá en el estadio Supicci, donde el plata baña la costa coloniense, el sueño de un puñado de jugadores enfila en la senda de las ilusiones en busca de la copa de clubes, la “orejona”, la más preciada, la que te etiqueta como campeón, sin importar la categorización que las planillas y documentos administrativos que OFI te impone, rotulándola como Copa de clubes B.
Es a modo de Copa Sudamericana, -torneo continental de Conmebol-, que mide equipos digamos de un escalón más abajo que los que juegan Copa Libertadores. O sea que la Copa B de nuestro futbol chacarero tiene esa característica.
Los equipos se clasifican, de pronto un escalón más abajo en la consideración futbolera, en la historia, en participaciones coperas, pero sin dudas la juegan con la misma pasión y con el objetivo final de llegar a levantar la “orejona”, para apretar un espacio más en las vitrinas donde se aglomera la historia de éxitos de cualquier institución.
La Copa “A” , que ganó días atrás Universitario de Salto, vale tanto como la B en esa descarga emocional y esa linda sensación de ser campeón. Ahí no se califica “escalones”, porque para todos, la noticia recorrerá el país diciendo que Polancos o San Carlos, es el nuevo campeón de clubes de OFI.
La primera, de dos citas fue en Colonia, donde los dueños de casa, en modo funebrero, (vestidos totalmente de negro), con la presión de la hinchada, pero con los pies en cancha, nunca mejor empleado el término, intentaban frenar el intenso ímpetu puesto de manifiesto por los palmirenses, que sorprendieron en el primer tramo del partido con un ataque insistente golpeando a la defensa local, que se mostro mas endeble en el arranque.
Al punto que en menos de diez vueltas del minutero, los palmirenses ya se habían amontonado en plan festejo con su gente, allá en la tribuna “de enfrente” (a la principal) donde todos se confundían en tres colores, después que el experiente Joaquín Rovetta lograra anotar con remate cruzado.
Después mas de pelea en varios sectores, entreverando piernas, pero con el equipo visitante queriendo aprovechar el cimbronazo al corazón del equipo del barrio de la Plaza de Toros coloniense. Los dueños de casa, sorprendidos, demoraron en entrar en partido, acomodar sus piezas en la cancha.
De todos modos se fueron al vestuario, con el propósito de cambiar la pisada para el segundo tiempo, aun que el negro local, ya habia realizado dos variantes en la primera parte, sin que trajeran soluciones.
La visita, sabedor de tener un gol que en esta instancias de ida y vuelta, da enorme ventaja, jugaba con el apuro local, minimizando errores, trabajando la ansiedad y los nervios del rival, que una vez que cruzó la mitad del complemento, ahí si de a poco, comenzó a instalarse en campo rival, obligando a la visita a retroceder.
Incluso en el último tramo del partido, quince, veinte minutos, la visita mueve piezas, engrosa la defensa y resigna la delantera defendiendo la ventaja que el local no pudo quebrar.
Polancos se vuelve a Palmira con una victoria importante, en una llave abierta donde el rival San Carlos llega con un extraño antecedente, una fórmula no escrita pero real, que de visita termina jugando mejor y sacando resultados trascendentes. Por su lado, el tricolor palmirense se hace muy fuerte de local y es casi inexpugnable.
Como sea, estamos ante una gran final sin dudas, para vivirla, para disfrutarla.
SAN CARLOS: Manuel Vallejo, Luciano Soria, Wilder Gottero, Gabriel Barrotti, Renato Román (35’ Santiago Aguinaga) Matías Ebere, Agustín Noy (74’ Alejo Charbonier), Damián Ale, Lucas Geymonat (35’ Mateo Cedrés), Federico Cóccolo y Rodrigo Pérez.
DT: Bruno Capellino
POLANCOS: Víctor Martino, Iván López, Guillermo Duhalde, Brian Ruella, Elías Oyola, Luis Benitez, José Torres, Gianfranco Gay, Joaquín Rovetta (85’ Marcelo Paniagua) , Marcos Zubizarreta (90’ Amaral Mattei), Juan Romero (76’ Nahuel Paredes).
DT: Patricio Urán
Gol: 8’ J. Rovetta (P)
Amarillas. G Barrotti (SC)
Arbitros: Juan Rodriguez, gerardo Azuri, gaston Paz. Cuarto:Bruno Rodriguez. (Todos de San José)
Cancha: Estadio Alberto Supicci
Público: 1100
Escribe: Francisco Connio